Los Servicios Hospitalarios de Urgencias resultan ser el perfecto barómetro que mejor refleja el funcionamiento de todo el Sistema Sanitario. Su mayor utilización es índice de mayor mal-función del resto del Sistema de Salud y hemos de reconocer que en estos últimos 20 años, su uso, lejos de disminuir, se ha duplicado con una tendencia alcista permanente. Lo cual no deja de ser significativo, pues si todo funciona bien y si las necesidades socio-sanitarias están cubiertas, no sería preciso recurrir a un recurso que está previsto para resolver el imprevisto.
Habremos de analizar por qué la vía de la excepcionalidad, -que no debiera ser de uso cotidiano- es sin embargo la elección preferida de los usuarios. Máxime cuando la Administración les tiene dispuestos otros recursos que están siendo sistemáticamente desestimados.
Este tradicional uso “inadecuado” de los SUH, probablemente de causa multifactorial (derivado de la cultura del bienestar, la sociedad de consumo, los flujos poblacionales inmigratorios, el envejecimiento poblacional, la crisis económica y otros muchos), parece estar mas que arraigado en una población que no está dispuesta a renunciar a ello, pues hasta ahora todas las medidas disuasorias instauradas se han mostrado ineficaces y las alternativas planteadas siguen sin resolver totalmente sus expectativas.
Esa variabilidad en los usos de los recursos asistenciales de urgencias por la población, lo que refleja son nuevas tendencias marcadas por los cambios sociales y es también nuestra responsabilidad hacernos eco de estos cambios y ser capaces de adaptarnos a las nuevas necesidades de la sociedad.
Llegados a este punto se nos plantean varios interrogantes, ¿han cambiado los patrones de uso de la población respecto al consumo de servicios sanitarios? ¿debemos seguir empeñándonos en que cumplan el papel para el que inicialmente fueron concebidos? ¿hemos de adaptar los mismos a las expectativas actuales de los ciudadanos? ¿debemos ser receptivos al mensaje y establecer un dialogo bi-direccional en el que constatemos las variaciones en las tendencias de uso, determinemos su origen, analicemos sus causas y establezcamos las soluciones? ¿es hora de re-diseñar todo el actual Sistema Sanitario?
En los próximos años mas que nunca, los SUH van a ser receptores de procesos sociales emergentes, mas allá de problemas puramente de salud, resultando un barómetro adecuado de la realidad socio-económica de nuestro país.
La prevalencia de nuevos patrones de uso de los Servicios Hospitalarios de Urgencia resulta un buen indicador de las tendencias sociales por tres motivos: su gran sensibilidad, enorme especificidad y tremenda inmediatez, actuando como un perfecto “Observatorio social” por encontrarse estratégicamente ubicados en la interfase sociosanitaria que los sitúa entre los condicionantes sociales y las expectativas de salud de los ciudadanos.
Los SUH gozan de las tres características básicas que definen todo buen Indicador:
- Gran sensibilidad: captan el menor cambio o la mínima oscilación por pequeña que esta sea.
- Enorme inmediatez: reflejan las variaciones a tiempo real en el mismo instante que se producen.
- Y tremenda especificidad: indican la dirección de origen, pudiendo señalar lo que lo provoca.
Así pues resultan un Observatorio privilegiado para detectar las actuales tendencias en la variabilidad de los usos que reflejan cambios sociales emergentes.
Esto los convierte en una poderosa herramienta de trabajo, pues permite que puedan actuar como puntos centinela para alertar, tanto detectando comportamientos puntuales imprevistos, como constatando variaciones de tendencias en su utilización reflejo de cambios sociodemográficos que marcan las nuevas necesidades sociales. Sin olvidar que a la vez nos señalará las deficiencias asistenciales y los desajustes del Sistema de Salud.
En este sentido, es una realidad que los SUH puedan actuar como Red Nacional de Centros de Alerta, pues además de disponer todos ellos de sistemas informatizados de registro de datos, existen hoy día avanzados recursos tecnológicos que nos permiten trabajar incluso a tiempo real, de forma que si cruzamos la información podremos disponer en todo momento de una completa y fiel radiografía tanto del sistema sanitario como del devenir social del país, mostrándonos según determinemos bien una foto fija de un suceso puntual, o una monitorización continua de la actualidad.
Deberíamos dejar ya de mirar para otro lado y utilizar la información que disponemos para tratar de resolver los problemas que reflejan a diario pulso sanitario del país y una vez hallamos sido capaces de establecer y validar el adecuado sistema de recogida y transmisión de datos, podremos objetivar, registrar, analizar, evaluar y diferenciar las causas de ese uso “inadecuado” prácticamente desde el minuto cero, lo cual nos servirá tanto para arreglar desajustes, identificar áreas de mejora y planificar estrategias de respuesta a las nuevas demandas sociales como para adaptar prestaciones a las necesidades, expectativas o a los usos reales de la población.
Gestionar correctamente esta información, nos permitirá anticiparnos a los cambios sociales y adoptar las medidas oportunas para que de una vez por todas, la oferta de recursos sea la mas adecuada a la realidad.
Álvaro Valverde Grimaldi
Presidente de SEMES-Extremadura