Los que trabajamos en las Urgencias de los Hospitales tenemos en múltiples ocasiones la impresión no solo de actuar como válvula de escape del Sistema Sanitario (cuando por definición nuestra misión debiera ser otra muy distinta), sino que además, sentimos que esta válvula de seguridad está con demasiada frecuencia al borde del colapso, sin que «nadie» al parecer se alarme por ello ni trate de resolverlo.
Urgencia es toda aquella situación que pone en peligro la salud de la persona de forma súbita y que precisa de una a actuación rápida y eficaz para poder evitar mayores consecuencias. Hoy por hoy sigue aumentando la presión asistencial sobre los Servicios de Urgencias. No dudamos que se mezclan demandas de asistencia emergente, o urgencias vitales, con urgencias no vitales, o demandas de atención continuada. El ciudadano no entiende de tecnicismos y ante la aparición de un síntoma que le resulte alarmante quiere y exige que se le preste atención inmediata y de gran calidad, debiendo La Administración ser garante de ello.
Ya las Urgencias médicas han pasado a transformarse en un fenómeno sociológico y hay que tener prevista una respuesta organizada a cualquier tipo de demanda urgente de la población. Existe pues una exigencia social que obliga a prestar una asistencia adecuada en tiempo y forma. Esto supone disponer de un Sistema Sanitario eficiente, eficaz y preparado para responder a la demanda social que permita al mismo tiempo atender a las urgencias reales y a las subjetivas, a las individuales y a las colectivas, a las excepcionales y a las cotidianas.
En estos momentos nuestros Hospitales tienen una dotación deficiente para responder a esta demanda, con la dificultad añadida para drenar a los pacientes desde el Servicio de Urgencias congestionado, a las plantas sobresaturadas, todo lo cual constituye un problema de primera magnitud que no es solo exclusivo de nuestra Comunidad.
Es imprescindible contar con infraestructura física, con espacio suficiente, y con equipamiento y personal necesarios para tratar de disminuir la presión bajo la que se trabaja en Urgencias, lo cual crea serios problemas en la asistencia diaria: la fuerte sobrecarga genera congestión de instalaciones, retrasos en la asistencia, dificultades de coordinación y control con deficiencias de información a familiares y acompañantes, además de una intensa presión psíquica y emocional sobre los profesionales que desarrollan su trabajo en estas condiciones, potenciales favorecedoras de errores en pacientes de riesgo, cuyos efectos indeseables pueden ser graves.
Para minimizar estos riesgos es necesaria una preocupación especial con respecto a la Calidad Asistencial en este Servicio.
Habría que preguntarse hasta que punto es imputable un determinado fallo a un médico concreto cuando este se ve obligado a trabajar en condiciones nada proclives a una correcta y reflexiva actuación (Art. 27 Código Deontología, Medica: «salvo fuerza mayor el médico no puede ejercer su profesión en condiciones que comprometan gravemente la calidad de la atención y de los actos médicos»)
Debería analizarse que cuota de responsabilidad tiene la propia Institución y sobre todo la Administración Pública en tanto las condiciones en que nos vemos obligados a desarrollar nuestra actividad vienen impuestas por las conocidas deficiencias del Sistema Sanitario (Art. 1 Código Penal: “actuaciones imprudentes por asunción de un riesgo no permitido o excesivo y con ello haber infringido los deberes de cuidado”).
Hay que reconducir esta situación y no dejarla por más tiempo al azar.
Es prioritario comenzar por exigir el desarrollo del Real Decreto 866/2001, así como la creación de una Comisión de la Agencia de Calidad del Ministerio de Sanidad, integrada por Expertos en Urgencias capaces de aplicar Criterios, Indicadores y Estándares, para tratar de mantener un nivel homogéneo de calidad en la atención, corrigiendo los actuales deterioros en la equidad.
Estamos asimismo obligados a entrar a redactar los Planes Funcionales para adecuar la estructura de cada Servicio de Urgencias a la presión asistencial que soporta, donde se contemplen: la demanda asistencial, las necesidades de espacio global y por áreas, las relaciones interdepartamentales e intradepartamentales, los flujos operativos (circuitos), instalaciones, equipamiento y sobretodo, personal.
Solo así se facilitará un correcto funcionamiento y se podrían prever al máximo las eventualidades indeseables; Porque en contra de lo que se piensa habitualmente, las urgencias que se presentan en un Hospital son previsibles, de la misma forma que es previsible el flujo de patología estacional, la situación urgente debe dejar de serlo en el momento que entra en un Servicio de Urgencias bien organizado, la presencia de una situación de urgencia en un Servicio de Urgencias debe estar prevista y tener preparada su rutina asistencial, debiendo existir además Protocolos, Guías y Normas escritas de actuación frente a situaciones excepcionales. Si no, ¿Cómo un Servicio de Urgencias sobresaturado podrá hacer frente a una catástrofe?.
Desde la Sociedad Extremeña de Medicina de Urgencias y Emergencias SEMESExtremadura, realizamos en el año 2007 un estudio comparativo/descriptivo de los Servicios de Urgencia Hospitalarios del Sistema Extremeño de Salud SES, que arrojaron unos resultados hasta el momento insuficientemente ponderados: -”Ninguno de los Hospitales evaluados contienen en sus planes de calidad programas de mejora de la misma en Urgencias, por lo que se hace imprescindible la puesta en marcha de proyectos específicos de mejora continua de la calidad en estos Servicios.”
Los profesionales sanitarios implicados tenemos la obligación de recordar tantas veces como sea necesario nuestro interés por trabajar para resolver de una vez por todas estas deficiencias que nos comprometen a diario, y ahora nos encontramos sin duda en un momento privilegiado para ello, ya que el nuevo Plan Estratégico de Calidad del SES se encuentra en fase de elaboración y tenemos la oportunidad de intervenir para que entre sus líneas de actuación no caigan nuevamente en olvido estos aspectos.
Así pues el pasado 18 de diciembre de 2014 SEMES solicitó formalmente a la Administración Sanitaria que contemplen la implantación de un Plan de Calidad Total en Urgencias y Emergencias como parte del futuro Plan Estratégico de Calidad del SES posibilitando así contribuir eficazmente a la identificación y consecución de objetivos de mejora de la Calidad Asistencial en esta importante área de atención sanitaria.
Dejar pasar la ocasión seria imperdonable, pues una vez conseguida la tan esperada estabilidad laboral ya lograda por un colectivo cada vez mas numeroso en las distintas OPEs y en la seguridad de pasar en estas plazas el resto de nuestra vida profesional, deberemos dedicar todos nuestros esfuerzos a conseguir unas condiciones laborales dignas, que nos permitan ejercer nuestra delicada profesión sin perder la vocación ni la salud en el intento.
Es seguro que tendremos que opinar y desde la SEMES debemos demostrar ahora mas que nunca que nosotros somos expertos conocedores de la situación, capaces de analizar con seriedad los problemas y aportar las mejores soluciones. Dejando claro desde un principio, que no se trata de acaparar el control en la implantación de los proyectos, si no que nuestra participación como Sociedad Científica que aglutina a los diversos colectivos profesionales de la Urgencia debe ser Técnica y fundamentalmente Asesora, colaborando para consensuar entre todos el sistema de acreditación estandarizado que garantice unos niveles mínimos de calidad imprescindibles para dar coherencia a todo el proceso. Pues no hay que olvidar que, en Urgencias sobre todo, proporcionar Asistencia Sanitaria de Calidad por encima de otros planteamientos, debe seguir siendo siempre el objetivo prioritario.
Alvaro Valverde Grimaldi
Presidente de SEMES-Extremadura